miércoles, 15 de agosto de 2012

Tema 10: Canarias en la Antiguedad (Introducción)







Población prehispánica de las Islas

En los últimos años el desarrollo de la investigación
arqueológica ha ido aportando la suficiente información sobre la población
prehispánica de las Islas como para ir desbancando a las crónicas o a los mitos
como principales fuentes históricas para conocer este
período.
Abordar la prehistoria de Canarias significa conocer tanto
el origen de la población prehispánica como las características de su
asentamiento y adaptación al medio natural que conforma el espacio geográfico de
las distintas islas.
Actualmente consideramos que la población aborigen canaria
tuvo su origen entre los pueblos bereberes del Norte de África que se van
desplazando hacia el sur movidos por dos tipos de circunstancias:
- En primer lugar, el progresivo proceso de desertización
norteafricano que empuja a los pueblos del sur de la cordillera del Atlas a
buscar nuevas tierras de cultivo y pastos para sus ganados.
- En segundo lugar, los restos humanos y de hábitat más
antiguos hallados por los arqueólogos en las Islas, se corresponden con un
período comprendido entre los siglos I antes de Cristo y I después de Cristo, lo
que lleva a los historiadores a pensar en la expansión del
«limes» o frontera del Imperio Romano en el Norte de África
hacia la cordillera del Atlas sahariano y el rechazo por parte de algunos
sectores de la población de la zona a integrarse en dicho Imperio, como causa
del desplazamiento de estos pueblos por la costa atlántica norteafricana y su
posterior paso a las distintas islas del Archipiélago Canario, pretendiendo
encontrar en ellas los medios de vida y sustento que no hallaban en su lugar de
origen.
Probablemente, el poblamiento de las Islas se realizaría en
diferentes oleadas migratorias, aportando cada una de ellas grupos de pobladores
que, con un mismo origen, conformarían diferentes estratos culturales.
El bagaje cultural que cada uno de estos grupos de población
trae consigo desde África por un lado, junto a la necesidad de generar medios
que les permitan adaptarse a las características del nuevo espacio geográfico
que presenta cada una de las islas en las que recalan, por otro, van a conformar
distintas formas de vida, de organización social y de aprovechamiento de los recursos económicos de los que
puedan disponer.
De esta forma, los asentamientos aborígenes se producirán,
en general, junto a fuentes y manantiales que les aseguren el abastecimiento
constante de agua. Dichos asentamientos tomarán la forma de poblados
constituidos por edificaciones con una primitiva estructura arquitectónica (por
lo general, de planta circular, paredes de piedra y techo vegetal), aunque
también nos encontraremos, sobre todo en lugares altos y de difícil relieve, con
un hábitat en cuevas tanto naturales como excavadas.

La economía practicada por estos pueblos variará de una isla
a otra en función de las posibilidades del medio. Así, la de La Palma y
Fuerteventura será esencialmente ganadera, la de Gran Canaria fundamentalmente
agrícola y, combinando indistintamente la agricultura y el pastoreo, la de
Tenerife, La Gomera, El Hierro y Lanzarote. Es pues una economía muy básica, y
dirigida al autoconsumo de cada grupo humano, desarrollada con unos medios muy
rudimentarios y sujeta de forma constante a las inclemencias climáticas u otros
condicionamientos naturales (sequía, agotamiento y limitaciones del suelo
agrícola y de pastos, etc.). La cultura material, por otro lado, será muy
rudimentaria, siendo la piedra, el barro, la piel de los animales o la madera
las principales materias primas.


En lo que a organización social se
refiere, en general, nos encontramos con sociedades más o menos complejas,
divididas en estratos o grupos sociales, que se distinguen entre sí por su
diferente nivel de riqueza y grado de apropiación de los medios de producción
(fundamentalmente la tierra y el ganado). Así pues, constatamos la existencia de
una nobleza aborigen tanto en Gran Canaria como en Tenerife, erigida en grupo
social dominante, junto a los sectores mayoritarios de la población compuesta
por grupos económicamente dependientes de los poseedores de los recursos
económicos.
En general,
parece que existieron formas de jerarquización política según estructuras o
formas de gobierno basadas en la monarquía (menceyes en Tenerife, guanartemes en
Gran Canaria, o distintos jefes de tribu en las islas más pequeñas). Dichos
monarcas ejercen su poder sobre una parte de la isla o bien sobre una isla
entera. Así, nos encontraremos un solo jefe de tribu para toda la isla de
Lanzarote y lo mismo en El Hierro; Fuerteventura aparecerá dividida en dos
reinos, La Gomera en cuatro, La Palma en doce, Gran Canaria en dos y Tenerife en
nueve demarcaciones territoriales.


Junto a estos monarcas o jefes de tribu estarán los nobles
de cada reino, conformando castas privilegiadas tanto a nivel político como
religioso, que suelen asesorar a su jefe y, a veces, en determinadas
circunstancias, participar en la toma de decisiones de gobierno.
En general, la religión de estos pueblos se basaba en el
culto a elementos naturales, principalmente al Sol, que favorecían o
perjudicaban las condiciones de vida. Poder político y religioso van siempre
íntimamente unidos a toda la población (jefes o monarcas incluidos) en
disposición de acatar los designios divinos para obtener el favor permanente de
los dioses y no provocar su ira atrayendo la desgracia (hambre, enfermedades,
etc.) sobre la población.
Este va a ser el panorama que se van a encontrar los
exploradores, navegantes y conquistadores europeos que a partir de la Baja Edad
Media llegan a las costas canarias iniciándose un proceso histórico que
culminará con la integración del Archipiélago en el reino de Castilla a finales
del siglo XV.