El paisaje europeo, al igual que el de resto de continentes, está muy determinado por su clima.
El clima europeo está determinado por la posición de Europa en el globo, entre las latitudes medias y altas del norte y en la fachada occidental del continente eurasiático. Le afectan las masas de aire polar marítimo y polar continental, pero también las masas de aire tropical marítimo, y sólo en ocasiones tropical continental. La constante presencia de masas de aire marítimo hace del europeo un clima estable y agradable.
El territorio está dentro de los centros de acción de: el frente polar, que a través de la borrasca de Islandia y la corriente en chorro canaliza las masas de aire polar marítimo que llegan a Europa; el anticiclón siberiano que se instala en invierno sobre Siberia y canaliza las masas de aire polar continental, y el anticiclón de las Azores que canaliza las masas de aire tropical marítimo. Estos son los centros de acción principales, pero también hay algunos secundarios y estacionales, que canalizan masas de aire ártico o tropical continental. En las regiones centrales aparecen anticiclones térmicos en invierno, así como en ciertas regiones del Mediterráneo. En otras, como el mar de Liguria, en otoño aparecen borrascas convectivas. En muchas regiones, como en España, el relieve tiene una importancia decisiva en la definición del clima que, sin modificar los valores típicos del clima zonal, lo hacen mucho más extremo, otorgándole un alto grado de continentalidad.
Cuatro son los climas más importantes en Europa: el clima mediterráneo, el clima marítimo de la costa oeste, el clima seco de las latitudes medias, y el clima continental húmedo, pero también encontramos, en regiones del norte, el clima de los bosques boreales y el clima de tundra. Pero en Europa es de especial importancia el clima de montaña.